La plegaria no es un entretenimiento ocioso para
alguna anciana. Entendida y aplicada adecuadamente,
es el instrumento más potente para la acción.
Todo lo que se come sin necesidad se roba al
estómago de los pobres.
La tristeza de la separación y de la muerte es
el más grande de los engaños.
Lo mismo que un árbol tiene una sola raíz y
múltiples ramas y hojas, también hay una sola
religión verdadera y perfecta, pero diversificada en
numerosas ramas, por intervención de los hombres.
La verdad jamás daña a una causa que es justa.
Nunca hay que pactar con el error, aun cuando
aparezca sostenido por textos sagrados.
La causa de la libertad se convierte en una
burla si el precio a pagar es la destrucción de
quienes deberían disfrutar la libertad.
La verdad es totalmente interior. No hay que
buscarla fuera de nosotros ni querer realizarla
luchando con violencia con enemigos exteriores.
Entiendo por religión, no ya un conjunto de
ritos y costumbres, sino lo que está en el origen de
todas las religiones, poniéndonos cara a cara con el
Creador.
Aquellas personas que no están dispuestas a
pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de
los hombres que apuestan a cambios trascendentales.
Correrán ríos de sangre antes de que
conquistemos nuestra libertad, pero esa sangre
deberá ser la nuestra.
El nacimiento y la muerte no son dos estados
distintos, sino dos aspectos del mismo estado.
Estoy comprometido con la verdad, no con la
consistencia.
Los medios violentos nos darán una libertad
violenta.
El que retiene algo que no necesita es igual a
un ladrón.
La plegaria es la primera y la última lección
para aprender el noble y bravío arte de sacrificar
el ser en los variados senderos de la vida.
Si no tenemos miedo de los hombres y buscamos
sólo la verdad de Dios, estoy seguro de que todos
podremos ser sus mensajeros. En lo que a mi
respecta, creo sinceramente que respondo a estas dos
condiciones.
La humanidad no puede liberarse de la violencia
más que por medio de la no violencia.
Si hay violencia en nuestros corazones, es mejor
ser violentos que ponernos el manto de la no
violencia para encubrir la impotencia.
El conocimiento profundo de las religiones
permite derribar las barreras que las separan.